A mí siempre me costó el despegue de mis hijitos, se me fue aflojando con la segunda y un poco más con “los terceros”. Al día de hoy recibo recriminaciones de todos, un poco menos de los mellizos. Pero a pesar de que ellos, los más chiquitos, fueron los que pude soltar más fácil, no voy a olvidarme nunca cómo me sentí cuando vivenciaron su primer campamento. Fue una experiencia para ellos y también para mí.
Ellos tenían un gran entusiasmo por ir, yo sabía por mi hermana docente que la mejor edad para realizar ese tipo de vivencia es a partir de los 11 años. Sin embargo, hoy por hoy todo se adelantó, y los 9 años no era una edad que estuviera tan lejos tampoco.
Así que allá fueron ellos con su bolsa de dormir, su muda de ropa y su alegría. Si bien no venía nada mal un poco de paz y orden en la casa aunque más no fuera por una noche, en un momento era demasiado el silencio y muchas las preguntas, pero sobre todo una: me extrañarán?
Al otro día cuando fui a buscarlos la verdad que los noté muy contentos y realmente se habían divertido mucho. No me habían extrañado casi nada, un poquito el nene, pero nada que no pudieran soportar! Y yo, un poco más tranquila, aproveché lo mejor que pude el tiempo y también hice más cosas de las que cualquier otro día ordinario hubiera podido hacer con ellos presentes.
Así que allá fueron ellos con su bolsa de dormir, su muda de ropa y su alegría. Si bien no venía nada mal un poco de paz y orden en la casa aunque más no fuera por una noche, en un momento era demasiado el silencio y muchas las preguntas...
Así que mi consejo es que si son un poco como yo se animen a soltar y no tengan tantos miedos. Ellos sobreviven, y crecen. Obvio que deben asegurarse de que el campamento sea como lo fue en este caso, con el colegio, con los profesores y maestros que ya conocen, con sus mejores amigos y compañeritos; tal vez también podría ser el que organiza la colonia o cualquier otra institución que nos dé mucha confianza. Es decir, aquel donde ellos se sientan contenidos con sus docentes y sus amigos, y porqué no decirlo, también nos sintamos contenidas nosotras, las mamis.
Lamentablemente todas estas vivencias se han interrumpido a raiz de la pandemia, pero como todo pasa, la pandemia también pasará y los campamentos de nuestros hijos volverán a hacerse realidad con toda la alegría que significan para ellos.
Escribo sobre madres que trabajan y crían a sus hijos. Acompaño a padres en distintas problemáticas y desafíos, en la crianza.