El infinito, el reto de la arquitectura, resuelto por el arte. Así funcionan las instalaciones de la artista japonesa Yayoi Kusama, donde juega y maneja el espacio a su gusto y nada tiene límites reales; o eso intenta lograr a partir del uso del mismo recurso, los puntos o luces, que sumado a espejos crean espacios inconmensurables donde no sabemos dónde comienzan o terminan, o más aún, que rol formamos nosotros en ese espacio.
Así con su muestra obsesión infinita, Yayoi Kusama, nos enseña como nuestra percepción nos puede transportar a diferentes lugares y crear mundos imaginarios donde nada es lo que parece y todo parece no terminar, casi frenándonos en el tiempo para pensar, y entender lo que es irracional, lo infinito.
Este uso del espacio infinito nos transporta y nos ubica en un lugar donde no estamos acostumbrados a estar, que es nuestro mundo, donde no somos más que una pieza en el extenso universo. Este universo inmenso e intangible, que pocas veces lo pensamos como tal por carencia de nuestros sentidos para poder dimensionar ese gran espacio. Así es como funciona nuestro mundo, y esta obra, que sin importar los recursos que tome para representar el espacio siempre es una repetición tan continua de formas similares que crean una gran masa uniforme donde nosotros somos la excepción de ese espacio casi perfecto.
Borges también describe esta situación al hablar de su biblioteca de babel, donde el relata un espacio infinito y repetitivo con un orden total de sus espacios donde el hombre va vagando por ella sin poder cambiarla solo percibiendo sus características. Y concluyendo que ya no es un espacio infinito sino que su rigurosa repetición lo hace imposible de dimensionar.
La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden)
Jorge Luis Borges
El trabajo en el espacio se encuentra en los detalles que trabaja la artista, casi como algo innato, intenta interpretar y reconstruir su mundo de la forma más clara posible, Donde las partes empiezan a formar parte de lo mismo, donde el espejo es lo mismo que la luz y el piso es lo mismo que el techo, donde las formas irregulares se pierden entre las diferentes piezas, haciendo un juego visual de no saber que se encuentra más próximo o más lejano a nosotros, o más aun de no saber dónde termina una pieza y comienza la otra, y entre todo esto surgimos nosotros como pieza fundamental de la exposición, que hace funcionar eso con nuestra mirada y nuestra percepción del lugar, al mismo tiempo que, como espectadores dejamos que nos envuelva convirtiéndonos en una parte más del espacio infinito.
Como en nuestras ciudades, llenas de calles sin un final más que el horizonte y llena de piezas que no son más que repeticiones en un desorden aparente que forman parte de algo más grande, que es la misma ciudad llena de sus interminables cuadras y sus manzanas unas tras otra generando un espacio repetitivo en el momento que lo recorremos y tomamos dimensión de esto.
Vivenciar el espacio de la forma que lo hace Yayoi Kusama es un camino a desprendernos de lo que nos rodea y entrar a un lugar nuevo que nos da la libertad de sentir emociones diferentes, esa situación de mezclarnos con ese nuevo ambiente y fundirnos con él. Por esto sus obras son más que instalaciones, sino una forma de materializar la ruptura de las reglas que manejan todo nuestro mundo y sumergirnos en algo nuevo.
Ese es su reto más increíble, transportarnos con nuestra misma percepción a un lugar que por pánico o admiración nos hace sentir: la parte del todo.
Apasionado por la arquitectura y el diseño como herramienta para llegar a las personas con lo que nosotros somos en una forma expresiva. «La arquitectura es nuestro habitad y el diseño es quién lo nutre»