Chanel siempre Chanel

El cumplir años como una celebración: festejo de alabanza a uno mismo; de alabanza de amigos, conocidos, desconocidos, seguidores y amantes… Es recordar lo que somos y celebrar el compartirnos; porque cada uno es lo que es por los recuerdos que se grabaron en sus memorias. Y hoy tenemos la gratitud de presenciar una historia: mademoiselle, convertida en un universo que nos atrae.

A 100 años de la apertura de la primer boutique de Chanel, agradecemos al director creativo Karl Lagerfeld, quien nos refrescó los primeros días de Gabrielle ‘Coco’ Chanel, mediante un corto que escribió y dirigió llamado “Once Upon a time”, protagonizado por la actriz británica Keira Knigthley.

Su mejor idea fue traernos al presente una reproducción de la esencia Chanel, y un retrato en movimiento de la calle donde se encuentra su primera boutique (1913), llamada Mademoiselle Chanel, ubicada cerca de París. El káiser de la firma nos hizo rendir culto a los detalles y a una sofisticación de la simplicidad. Renovamos el amor por aquélla, a quien todos llaman Coco y conmemoramos su femineidad. Pero para no desenamorarnos de una de las casas de modas más importantes del mundo, bajamos a líneas, una historia que influye en nuestros días, un pequeño homenaje para una gran figura:

Gratitud de presenciar historia, la suerte de vivir y conocerla un siglo después.

Celebrar 100 años de existencia con la permanencia de un estilo;

tiempo eterno conquistado, fronteras abajo; amantes por todos lados.

Y un pasado de orfanato, hilo y aguja.

Infancia que deseaste ser amada, y el doblez de la vida sorprendiéndote con

un amor en cada esquina.

Y amantes adinerados que te desparramaron en París.

Hija de campesinos miserables y del mundo elegante de la belle époque.

Un contexto de emancipación de la mujer y un diálogo con ellas.

Del cansancio por el machismo y bajos recursos,

al cabaret para soñar con ser modista.

Replanteaste la moda con una voz austera de dama masculina.

De costurera a renombrada diseñadora.

Entre artistas, amigos y un poco más… casa de modas de alta sociedad.

Del sombrero, protagonista de la primera boutique en Deauville,

a las joyas y accesorios, honorando el “pobre chic”.

Y encontraste un poco de amor para dar puntada con hilo;

Y hurgaste en el amor al detalle. Y restaste si algo estuvo de más…

Y viviste un progreso de la mano de Boy Capel; un amor para recordar.

Un recuerdo que empezó en 1919 con la muerte del mismo Boy: un luto que duró un proceso de tiempo.

Diste pequeño adiós a lo efímero en 1924: una bienvenida atemporalidad del vestir con el Little Black dress.

Y era tanta tu tristeza que el luto se puso de moda con el Negro.

Pero nos regalaste un color al armario cotidiano, del día comodín, no de la tragedia hecha

pública ni del simbolismo sin gusto.

Nos hiciste más naturales, nos liberaste hasta las manos con la bandolera en 1930.

Y rescataste nuevos géneros de punto; escasez de materia, un vestir adaptable al contexto posguerra.

Aunque la Alta Costura se empantanó, te impulsaste después de la Segunda Guerra Mundial.

En la Segunda lucha gana la austeridad, la sobriedad y el reciclaje para economizar prendas.

 

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Y reinauguraste tu exitosa actividad en 1954; tus colecciones al mundo, tu traje de chaqueta para nosotros.

Y te aliaste al tweed y al estilo masculino editándolo en tu espíritu.

Fuiste una estilista que hoy nos guía con tendencias para imitar:

una idea, una actitud y un brillo duradero junto a la tranquilidad de ser uno mismo.

Siempre tan adelante; una emperatriz de moda que supo proyectar, Proyectarse.

Tantos años y el estilo permanece… es que no es que algo haya cambiado, es que en cada ley

que bautizabas te volvías más vos misma, más Chanel.

Tu leyenda de prosperar se hizo valer después de tu último suspiro de vida…

Alguien continuó tu universo:

sólo un amante del refinamiento pudo invocar tu espíritu de nuevo, el káiser de la moda: Karl,

siempre Lagerfeld.

Se reencarnó en tus obras maestras y transmitió tu código con su propio aire.

Y te rinde culto desde la Rue Cambon hasta Estados Unidos.

Un emperador de la moda que sabe Proyectarte, proyectarse.

¡En paz Coco, tu último suspiro está en buenas manos!

Y Afortunadamente, podemos conocerla un siglo después,

vivenciar el legado recibido:

impregnarme en Chanel n°5.

desajustarme el corsé, ponerme prendas cómodas y un bello sombrero.

Recorrer las calles de su memoria con “Once Upon a time”,

Y proyectar una historia hacia el futuro de la moda.

Aquella mujer, a quien todo París llama Coco, conquistó mis sentidos.

Nos despedimos con el corto relizado por Karl Lagerfeld

“Once Upon A Time…”

 

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