La camisa blanca se ha constituido a lo largo de su historia, como una de las prendas básicas e imprescindibles del guardarropa de cualquier persona. Se ha reinventado década tras década, ha roto las barreras del género y de la clase social siendo incorporada ya no solo por el hombre y por la aristocracia.
Sus orígenes se remontan al 1500 ac. en Egipto donde hombres y mujeres usaban el kalasiris. Esta prenda era una especie de túnica de lino, con forma rectangular que tenía una abertura para introducir la cabeza.
Tal como la conocemos la camisa tiene su gran auge a fines del siglo XIX, y es ahí en donde comienza a convertirse a través de los años en una prenda con infinidad de usos, géneros y tipologías adaptables tanto para el día como para la noche.
Camisa blanca de corte clásico
Una prenda absolutamente combinable. Un ítem clásico que podes usar siempre en todo momento. Para la oficina: con un jean azul índigo, con un pantalón negro, con una pollera, con un sweater de color arriba.
Para un look más casual: con zapatillas, desabrochada con una musculosa debajo.
También, podes darle un toque especial jugando con las formas y las posturas: anudada por delante con una pollera plisada, metida dentro del pantalón, abrochada al revés (botones por detrás y cuello por delante) bajando el cuello hasta mostrar los hombros con un jean. O con la tipología de sus mangas: jamón, oxford, poeta, campana, etc.
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Organizadora de Eventos, Asesora de Imagen y Productora de Moda.
Creo en la imagen como herramienta en el empoderamiento de la mujer.
La moda y conocer nuevos lugares son mi pasión.